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La CAR le apunta a identificar el estado de la biodiversidad y los posibles impactos como especies invasoras, cultivos ilícitos y expansión de zonas agrícolas. También servirá de insumo para realizar acciones de restauración ecológica.

La Reserva Bosque Oriental de Bogotá, localizada en los cerros orientales de la capital, es una cadena montañosa de 13.142 hectáreas cubierta por zonas boscosas de las áreas rurales de las localidades de Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal y Usme, donde habitan 119 especies de aves, 18 de mamíferos, nueve de anfibios y cinco de reptiles.

Durante el siglo XX, este ecosistema encargado de abastecer de agua a los habitantes de la ciudad, fue víctima de las canteras para la explotación de minerales, tala masiva con el propósito de comercializar la madera y procesos de restauración erróneos en los que se sembraron especies introducidas como pino y eucalipto, impactos que hicieron palidecer su denso verde.

Por su parte, el complejo de páramos Cruz Verde y Sumapaz, que abarca 333.420 hectáreas de los departamentos de Cundinamarca, Meta y Huila y la capital del país, está catalogado como el ecosistema de páramo más grande del mundo. La zona alberga cerca de 260 especies de mamíferos y 635 especies de plantas, como diversos tipos de frailejos, las mayores fábricas de agua.

Los ríos Fucha y Tunjuelo nacen en Cruz Verde y Sumapaz, respectivamente, afluentes que al ingresar a la ciudad son impactados por los vertimientos y las basuras. Este complejo de páramo no lo ha salvado de recibir los impactos de las actividades agropecuarias, plagas e incluso atentados contra los frailejones.

Con el propósito de proteger la biodiversidad de estos dos ecosistemas que hacen parte de la cuenca hidrográfica del río Bogotá, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) puso en marcha un sistema de monitoreo y banco de datos basado en el uso de sistemas de vuelos como drones y sensores remotos, para así vigilar las áreas de interés y hacer registros de las especies de flora.

“Toda la información recopilada ingresa al banco de datos, donde se procesa e identifican las especies que hacen presencia en estos ecosistemas, además de los impactos como zonas de expansión agrícolas, cultivos ilícitos y plantas invasoras. Con este sistema analizamos el territorio y generamos insumos para la elaboración de un plan de manejo, cuyo objetivo es proteger ecosistemas como el páramo de Sumapaz y propender por la sostenibilidad de las áreas protegidas”, dijo la CAR.

Según la corporación, con la identificación de la distribución espacial de las especies vegetales podrá tomar medidas de control de la reproducción y propagación de especies invasoras, garantizar la conservación de la flora y fauna nativa y evitar la pérdida de biodiversidad.

“Este programa de percepción remota con tecnologías sensóricas y geoespaciales usa la espectroradiometría para desarrollar metodologías de análisis, que, en combinación de datos logrados con sensores aerotransportados, satelitales, parámetros biofísicos e indicadores para el desarrollo de aplicaciones geográficas de gestión ambiental, consolida la generación, monitoreo y seguimiento de información geográfica de la jurisdicción”, indicó la CAR.

La entidad obtendrá insumos para el desarrollo de procesos de restauración ecológica, rehabilitación y recuperación en las áreas que así lo requieran, y así conservar las coberturas boscosas y naturales de estos ecosistemas.

Adicionalmente, la CAR zonificará y delimitará las áreas de los ecosistemas que presentan vulnerabilidad como resultado de la presencia de actividades agropecuarias, “apoyando los planes y proyectos ejecutados para garantizar gradualmente la prohibición de este tipo de actividades y velando por la protección de los servicios ecosistémicos”.

Fuente: www.sostenibilidad.semana.com

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